jueves, 25 de abril de 2013

Pesca en Solis-Uruguay-Alejandro Mariano Ferrin





VARIADA EN SOLÍS

Atravesar una selva en galería con un infierno de vida de pájaros que gritan a escondidas, con la aparente insignificancia de estar desempeñando un rol menor ante tanta irrupción natural para caer en la grandeza de saberse feliz y de la mano de la mujer de su vida. Todo ello pensado, sentido y vivido en ese caminar que, en una esquina, ya se hace calle y la civilización emerge en intentos. Eso es Solís, calles conspicuas construidas en mi imaginario o sábanas anudadas mediante, fugadas de elevadas bibliotecas, que nacieron de algún buen narrador que las supo dotar de salvajismo, naturalidad y una suspirable pincelada de paz.

Se deben transcurrir 96 kilómetros desde Montevideo a través de la Ruta Interbalnearia para llegar al Balneario. Llegamos junto a mi novia a la casa de su abuelo, un chalet que aún sabe resistir los embates del tiempo y cada tanto se alegra cuando recibe visitas argentinas. Allí no existen los números en las calles, sino que cada relicto personal tiene, como corresponde, un nombre propio. Por ello, “Orión” brilló durante nuestra estadía y su cinturón estrechó un afecto personal inimaginable lo cual tornó muy dificultosa mi vuelta. Se trata de aquellos lugares ajenos y desconocidos que uno acapara por su capacidad de goce; playas vacías con un mar que juega a ser río pero tiene profundidad a tiro de caña, aves bellísimas a granel y factor humano de calidad.

Intentando romper paradigmas familiares de la inexistencia de pesca en la zona, llevamos dos equipos convencionales de surfcasting. Una Surfish Hurricane Max 3,60m con un Okuma Exide EXF 40, cargado con 0,31mm empalmado con salida trafilada 0,35-0,70mm y una Thor 3,60m con mismo reel y misma tanza. Las líneas empleadas fueron de uno y dos anzuelos pequeños 1/0 por la existencia de roncadoras. Lo que si es importante es utilizar plomos chatos o voladores porque hay mucha piedra, dependiendo el lugar elegido para pescar. Arriba de ésta suele haber más pesca, pero el riesgo de enganchar aumenta considerablemente. Así nos lo confirmaba en nuestra primera recorrida Miguel, un pescador del lugar que lucía dos cañas armadas sin lanzar, esperando “la tapada”, es decir, la pleamar. La posibilidad de obtener lo más preciado del lugar, la brótola, está en consonancia con la carnada utilizada ya que la misma está picando por las noches y con carnada blanca. Sobre la ruta de acceso al balneario hay un carrito gastronómico que también vende artículos de pesca y carnada, aunque sólo tiene camarón a 30 uruguayos los 100 gramos. Otra carnada se debe pescar o bien, adquirirla en el Puerto de Piriápolis, a 17 kilómetros del lugar. Nosotros utilizamos con éxito el producto de nuestra pesca, el filet de pámpano y también, adquirimos en el segundo lugar, filet de lisa, la cual abunda en la costa y en la desembocadura del Solís Grande, saltando en cardúmenes. Deberíamos imitar ciertas actitudes rioplatenses, ya que en la ferretería del lugar un enorme afiche se erige para indicar que está prohibida la utilización de redes y trasmallos. Por otra parte, los arroyos están cercados como reservas de flora y fauna.

Ya estaba todo dado, el lugar escogido fue el sector comprendido entre “la escalera del agua” y la bajada de Avenida Barreiro. Allí la playa es netamente de arena, con poca piedra y una canaleta muy interesante. Los lances no debían ser muy extensos. Poco a poco fuimos denostando el modelo preestablecido en aquellas charlas introductorias al compás de ir sintiendo los piques rabiosos -roncadoras, pámpanos, burriquetas- encarnando con camarón y atando debidamente. Por la noche nos dedicamos a las brótolas, en un encarne muy parecido al que utilizamos para tentar a nuestro corno, aunque sin magrú, empleamos el filet de pámpano y de lisa para acompañar al camarón inicial. Zoe se lució capturando a pulso, clavando en medio de la noche estancada sin viento, con miles de estrellas y una luna que estaba de farol sobre nuestras cabezas.

Cabe resaltar que no hay que arrastrar las piezas cobradas sobre la arena hasta la posición que se encuentra uno, ya que la granulometría de la misma es bien fina y queda en el pez a pesar de un excelente lavado en el momento de filetearlo. Se debe caminar hacia la orilla lo más que se pueda para obtener la pieza limpia. Allí nos ahorraremos sonidos inconvenientes y dudosas velocidades cuando mastiquemos los manjares de la jornada.

Definitivamente puedo hacerle una marquita a la asignatura pendiente de conocer Uruguay y su pesca. Grabé en mis retinas y en mi corazón una semana maravillosa de descanso, caminata y dulce compañía; de esas semanas que latirán fuerte, con sensaciones que uno tiene el compromiso de entramar para toda su vida.
Alejandro Mariano Ferrin

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